Para lucir historia hace falta renovarse. Un renovarse o morir de un éxito lejano que quiere seguir en vanguardia. Esa parece haber sido la política de la cadena Starwood con alguno de los emblemas que gestiona, como el hotel María Cristina San Sebastián. Con el histórico hotel Alfonso XIII ha ocurrido lo mismo, tuvo que cerrar sus puertas en la primavera de 2011 para empezar a vivir (o continuar viviendo) con un impulso renovado.
De todos es conocida la subasta pública con la que el hotel se deshizo de buena parte de sus muebles y antiguallas (no se ha desprendido de sus mejores antigüedades). Fue una solución de lo más popular. Un año después, este inmueble declarado Bien de Interés Cultural reabrió coincidiendo con su 84 aniversario.
Inaugurado por Alfonso XIII con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, este elegante palacio de estilo neomudéjar fue diseñado por el arquitecto José Espiau y Muñoz, y ha alojado a lo largo de su historia a jefes de Estado, aristócratas y artistas de cine. Que pregunten al mítico Pepe Torezano, primero ascensorista y luego conserje durante décadas, por Peter O’Toole, Ava Gardner, Rainiero y Grace Kelly, Hemingway, Orson Welles…
La reforma ha sido integral, por lo que el hotel se ha transformado en estructura, decoración, servicios y hasta en gastronomía. Por ejemplo, ahora la recepción oculta tres nuevas estancias. El estudio sevillano de arquitectura Demópolis se ha ocupado de perfilar un estilo que bebe del morisco, del castellano y del andaluz. No hay más que asomarse a la suite Reales Alcázares, a la Torreón y a la suite Real, con sus 200 metros cuadrados de estancia.
Para el capítulo culinario, el hotel no repara en opciones: por un lado, el nuevo restaurante Taifas se presenta junto a la piscina con una cocina ligera mediterránea; San Fernando prepara recetas andaluzas más elaboradas; la Bodega Alfonso se ocupa de las tapas y los vinos de la tierra.
Y se ha recuperado para la causa al Bar Americano. El lujo palaciego cautiva todavía, rico en azulejos, yeserías, maderas nobles y artesonados, lámparas de época, frescos… Los salones, arbolados de columnas y arcadas, invitan a la charla reposada.
Una fuente primorosa preside el patio morisco con parterre, ideal para pasear con ensimismamiento. Las habitaciones principescas se han poblado de enchufes y comodidades.
Ahora hay wifi y las camas han mejorado al pertenecer a la Luxury Collection de la cadena. Pero conservan el aura especial de su estilo barroco isabelino y morisco. Moderno pero regionalista. En los cuartos de baño, un alicatado en negro muy elegante es casi tan apreciado como las duchas potentes de efecto lluvia tropical.
Via: Notodohoteles