Husk, una gran familia formada por butacas en varias versiones y que se extendió al ámbito de noche con la cama que se presentó el año pasado, amplía ahora su recorrido con un nuevo sofá. En realidad, el diseño del sofá sobre papel nació antes que el de los demás elementos, pero como muchas veces sucede en el caso de una fuerte innovación, ha sido necesario desarrollar una tecnología que permitiera su realización.
El sofá Husk no es un sofá que apoya la parte blanda sobre una forma, sino que la suavidad se convierte en sofá. Es fruto de un conjunto de cojines estructurales, no solamente en el asiento, sino también en el respaldo y en los brazos, que tienen la misma altura y que se caracterizan por una flexibilidad especial.
Uno no se sienta en el sofá Husk, sino que entra en su interior, acogido por un gran abrazo, sin perder el contacto con lo que le rodea: a pesar de que los brazos y el respaldo son muy altos, no lo son hasta el punto que impidan que la mirada observe todo lo que hay a su alrededor.
Protector y cómodo sin crear barreras aislantes, el sofá Husk nace con la vocación de la pieza individual que no desea articularse en un sistema, a pesar de que no posee una naturaleza elitista.